domingo, 19 de noviembre de 2006

Maramures: las vacaciones de Mari

La primera vez que visité el Amboto un amigo me dijo que era el hogar de Mari, y que se sabía cuándo estaba en casa porque entonces la cima de la montaña se encontraba cubierta de nubes, y si, por casualidad, el día estaba completamente despejado y se veía el pico sin problemas, eso era porque Mari había salido. He visitado el Amboto unas cuantas veces y siempre hemos coincidido con Mari en que no hacía buen día para salir de paseo y que lo mejor era quedarse en casa; claro, que yo me daba cuenta de ello una vez que me encontraba en la cima sufriendo las inclemencias del tiempo. También me preguntaba que adónde iría Mari esos días en que decidía cogerse unas cortas vacaciones, y en Rumania he descubierto ese lugar.


No puedo decir que haya visto a Mari aquí, pero estoy segura de que Maramures, en la zona norte de Rumanía, sería uno de los sitios elegidos por ella, y que su casa de descanso tendría que estar en Valea Izei (Valle Izei), en alguno de los pequeños y numerosos pueblos que lo componen. Aquí todo es verde, rodeado de montañas y pastos, donde las vacas, ovejas y caballos campan a sus anchas y sólo son interrumpidos en su habitual rumiar cuando llega la hora de ser ordeñados o de empujar un carro lleno de paja o leña.

Las casas se encuentran situadas muy juntas las unas de las otras en las zonas bajas del pueblo, y parece que compiten porque su fachada dé a la calle principal asfaltada, en lugar de a alguna otra menos importante y que fácilmente se embarra cuando llueve. Y en las zonas más altas se ven dispersas por toda la ladera de la montaña otras casas tradicionales más pequeñas, siempre acompañadas de uno o varios almiares, que se esfuerzan por mantener el equilibrio.
En Ieud de buen seguro que Mari hubiese disfrutado de lo lindo con el pan recién hecho, la miel casera, los embutidos y la leche fresca y como postre un buen paseo para respirar el aire puro que las montañas nevadas cercanas se empeñan en enfriar, y una visita a alguna de las antiquísimas iglesias de madera, toda una obra de arte que cuidan muchísimo y que seguro que dejaría a Mari con la boca abierta.

Y antes de irse a dormir y para tener un buen sueño, a Mari le podríamos recomendar un vasito del fuerte licor de ciruelas local, mientras el profesor de la escuela de ieud le deleita con unas cuantas canciones tradicionales tocadas con su usado violín. Estoy segura de que Mari no hubiese echado de menos ni alboka ni trikitixa, y que se habría quedado con muchas ganas de alargar sus vacaciones en Maramures para conocer más a sus madrugadores y trabajadores habitantes, que saludan a los desconocidos con un sonoro: dimineata!

Mari, invita a Sugaar en el próximo puente a estas tierras encantadas, y no te preocupes por tu casa, que los montañeros sabremos disfrutar de ella y cuidarla hasta tu vuelta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Jaizki y Susana,

Somos dos gasteiztarras que nos vamos de vacaciones a rumania.
Estamos planteándonos dedicarle una semanita a Maramures (imagino que da para mucho más, pero el tiempo apremia).
Nuestro plan es pasar la semana de trekking, llevamos tienda y muchas ganas de andar (como buenos mendizales).
¿Es fácil desplazarse por allí entre pueblos?¿Podríais echarnos una mano con alguna referencia, teléfono, algo...?
Nuestro mail: nestor@inqube.es

Muchas gracias!!
Nestor