domingo, 12 de noviembre de 2006

Lviv: sobreviviré

Si alguien me preguntase qué es lo que más me había gustado de Lviv, sin dudarlo un segundo le diría que el hotel donde nos alojamos la única noche que pasamos en esta pequeña ciudad. Un gran edificio de cien años de edad situado en pleno centro, con espléndidas figuras esculpidas en la fachada y grandes ventanas que dejaban entrever unos altísimos techos. Pero lo más impresionante era el interior. Se trataba de un hotel con mucha historia detrás que había quedado grabada en las paredes azules a juego con las pesadas cortinas de flores doradas que colgaban de muchos sitios y las mullidas alfombras que protegían las dos escaleras que conducían a los pisos superiores. Y qué decir del restaurante, donde nos sirvieron el desayuno, decorado con motivos chinos que parecían haber sido colocados allí hacía décadas, al igual que los dos simpáticos camareros que nos atendieron con mucha delicadeza y a los que se les notaba que llevaban muchos, muchos años tratando con mimo a los miles de clientes que habían pasado por este lugar salido de una novela.

El hotel no desentonaba en nada con el centro de la ciudad, con iglesias, torres y muchos edificios antiguos que sobrevivieron a las destrucciones de la Segunda Guerra Mundial, ya que Lviv escapó de los bombardeos; un centro antiguo original y sin renovaciones, que por desgracia se ha convertido en algo difícil de encontrar en esta parte de Europa.

A Lviv llegamos un domingo, justo a tiempo de ver la animación en la plaza central, los padres de relax con los más pequeños, los mayores juntándose para enterarse de los últimos chascarrillos, y muchas parejas jóvenes que aprovechaban las últimas horas de un día de ocio en alguna de las muchas cafeterías que hay por el centro. Y una vez más tuvimos que subir a lo alto de una colina para ver el tamaño de esta gran ciudad, que se nos antojaba pequeña al visitar su tranquilo centro.

Otra cosa de la que disfrutamos, y mucho, fue de las sabrosas pipas que vendían numerosas señoras en muchas de las calles más céntricas (0,20 euros por un vasito de pipas de girasol o de calabaza) que fueron nuestro combustible para poder llegar andando hasta uno de los cementerios más bonitos que nos hemos encontrado, quizá por esto de que es bonito y famoso teníamos que pagar la entrada y seguir una ruta preestablecida para admirar, entre otras, tumbas de famosas personalidades como Ivan Franko, escritor y poeta, y alguna otra que por desgracia nosotros desconocíamos, pero que resaltaban en este campo de losas por ser algunas de las más bellas y llamativas de todo el camposanto.


A las salida del viejo cementerio, aprovechamos un pequeño mercado que nos encontramos por casualidad en la acera de una empinada calle para volver con los vivos y llenarnos la panza con fruta y bollos para poder seguir pateando Lviv, ya que, por desgracia, descubrimos que de pipas sólo no se puede vivir, aunque estén riquísimas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hOLA!
Me podríais decir cómo se llama el hotle en el que estuvisteis en Lviv? voy dentro de una semana y me ha encantado la descripción que habeis hecho de él.
Sabeis dónde puedo encontrar información sobreo los trenes Kiev-Lviv?
Muchas gracias

Anónimo dijo...

hola
La verdad es que el hotel donde nos alojamos en Lviv fue una grata sorpresa. Era viejo y estaba medio vacio pero la atmosfera de este centenario edificio nos encanto a todos. EL hotel se llama el hotel se llama HOTEL GEORGE, y puedes encontrar mas informacion en www.georgehotel.ukrbiz.net. en cuanto a los trenes nosotros pediamos informacion en las estaciones de tren segun llegabamos. De todas formas hay una pagina en internet www.seat62.com, muy buena con informacion de los trenes de todo Europa.
Disfruta del viaje!

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias por la información. nos va a ser muy útil. gracias de nuevo por compartir vuestras experiencias!
un saludo