sábado, 11 de noviembre de 2006

Kíev: una gran desconocida

Kiev es la capital de Ucrania, el país europeo más grande en extensión (exceptuando Rusia, como siempre) y uno de los que menos sabemos. Ya desde el primer momento que salimos del tren cargados con nuestras inseparables mochilas, nos dimos cuenta de que estábamos en una ciudad importante. Llegamos a una gran estación de tren con numerosos andenes, muchísima gente esperando a la salida de su tren o a la llegada de algún familiar y, por suerte para nosotros, descubrimos que el lugar estaba lleno de pequeñas cafeterías donde tomarnos algo caliente mientras esperábamos a que amaneciese. Y la luz del sol nos trajo la posibilidad de buscar con facilidad un lugar donde dormir y donde dejar nuestro equipaje, y las vistas de una bonita ciudad que se desperezaba y comenzaba la rutina y el movimiento de un nuevo día.

Paseando disfrutamos del centro, lleno de antiguos y hermosos edificios que todavía lo eran más cuando por la noche los iluminaban para que todo el mundo no tuviese más remedio que fijarse en ellos. Nos encontramos por casualidad una calle tan bohemia que, incluso con mal tiempo y lluvia, estaba emperrada en mostrar a los artistas que la habitan y que se esforzaban en proteger sus numerosos cuadros para que no se mojaran. Y una vez más nos dimos cuenta de que nos habíamos alejado definitivamente de la zona tropical, porque los comercios y tenderetes en Kíev se concentraban en los pasos subterráneos construídos originalmente para permitir el paso de peatones de una acera a otra, y que ahora ofrecían otras ventajas, como la de protegerles del frío, la lluvia o la nieve, mientras disfrutaban de unas horas de compras o de descanso culinario.

De Ucrania sabíamos muy poco antes de ir y no tuvimos mucho tiempo para conseguir empaparnos de un poco de su historia y su cultura, pero algo que sí habíamos oído y sobre lo que queríamos saber más era sobre la tragedia en Chernóbyl y sus consecuencias; por ello visitamos el pequeño museo que se creó en Kíev para recordar a las víctimas. Encontramos que toda la información estaba en ucraniano, pero tuvimos la suerte de coincidir con un grupo que tenía una guía en inglés y pegamos el oído para ver de qué más nos podíamos enterar. Nos impresionó terriblemente ver un video sobre las primeras horas después del accidente, grabado en una ciudad cercana a Chernóbyl, y donde la gente hacía una vida normal ajena al peligro que estaban corriendo. O el video de los jóvenes soldados que se ofrecieron a limpiar de residuos el reactor porque les habían prometido que dos minutos de trabajo equivalían a dos años de servicio militar. Muchas imágenes y fotografías que se nos quedaron grabadas en la cabeza y que una vez más nos hizo pensar en lo peligrosa y estúpida que podemos llegar a ser la raza humana.

Pero también había cosas que dejaron bonitos recuerdos en nuestra memoria, que disfrutamos mientras notábamos cómo se nos ponían los pelos de punta por la emoción y la devoción que observamos en las numerosas personas que acudían a ofrecer sus respetos a los restos de los monjes que habitaron y murieron en el Monasterio de las Cuevas. Sus cuerpos se mantienen en buen estado gracias a las condiciones idóneas que hay en las cuevas, y es por eso que son todavía más venerados. Los cánticos y rezos acompañaron nuestra visita mientras admirábamos embobados y con la boca abierta los frescos que ocupaban por completo el techo de otra capilla abarrotada de fieles.

Iglesias, tiendas, edificios iluminados, calles bohemias, cafeterías, restaurantes, gente agradable y con ganas de disfrutar de las ciudad, éstas y otras muchas cosas más hacen que Kíev no tenga nada que envidiar a otras ciudades mucho más famosas. Kíev esta ahí, callada pero imponente.

1 comentario:

Unknown dijo...

si desean un interprete en Kiev del español al ucraniano pues escriben me a este email: raidel@yandex.ru