martes, 25 de julio de 2006

Hue: otro paseo en bicicleta

Al llegar a Hue nos fuimos directamente a la estación del tren para poder reservar los billetes para Hanoi con tiempo. Esta vez no queríamos tener sorpresas de ningún tipo y estábamos decididos a seguir nuestro viaje en tren. Fuimos paseando y conociendo un poco el lugar y la impresión que nos dio es que era una especie de ciudad fantasma, prácticamente sin nadie en la calle. Pero nosotros habíamos venido a Hue a visitar la fortaleza y las tumbas de los emperadores, así que no le dimos demasiada importancia al hecho de que la ciudad no nos cautivase. Ya con los billetes en nuestro bolsillo, nos dedicamos a buscar la mejor forma de visitar las tumbas de los emperadores Nguyen, alguna de ellas a más de diez kilómetros del centro de la ciudad, donde nosotros estábamos durmiendo. Como no queríamos correr el riesgo de nuevo de pagar un tour y que nos decepcionase, decidimos alquilar un par de bicicletas y, con ayuda del mapa de la guía, intentar encontrarlas. Lo más difícil no fue orientarnos para llegar hasta las tumbas, ni siquiera lidiar con el tráfico de Hue (realmente esto fue una experiencia de alto riesgo); lo que más trabajo nos costó fue encontrar un par de bicis que reuniesen todas las condiciones que nosotros buscábamos: freno en la rueda delantera, freno en la rueda trasera, ruedas bien hinchadas, sillín fijo y manillar alineado. Bueno, pues después de muchas vueltas y de muchas pruebas con muchas bicicletas, no conseguimos encontrar lo que queríamos y terminamos con dos bicis que dejaron de frenar cuando ya estábamos volviendo al centro, lo que hizo de nuestra escapada toda una aventura.

La fortaleza nos impresionó mucho por lo grande que es y lo bien conservada que está. Incluso un amable vietnamita nos enseñó el camino para trepar por la muralla que la rodea y poder disfrutar desde arriba la vista. Conocía muy bien el terreno porque su casa estaba justamente debajo del lugar por el que trepábamos, compartiendo una pared con la gruesa muralla.
Durante casi veinte años estos restos de las dinastías Nguyen estuvieron totalmente abandonados y dejados, pero, cuando se descubrió el potencial turístico que podían tener, comenzó la larga restauración, que todavía hoy continúa dentro de la fortaleza y en alguna de las tumbas. El hecho de que los hayan nombrado Patrimonio de la Humanidad también ha ayudado y mucho a que los edificios recuperen su color y acabado original. Hay gente trabajando durante todo el día, e incluso dentro de las murallas del recinto real hay una especie de pequeña fabrica de tejas y losas que usan para la restauración: casi casi como se hacía antaño.

El día que decidimos visitar las tumbas nos dimos una buena paliza de bici por llegar a una de las más alejadas pero también la más vistosa de todas. Y el hecho de pedalear en dos viejas cafeteras nos hizo el viaje mucho más duro, pero, cuando ya estábamos volviendo y había dejado de llover, descubrimos que Hue no tiene nada de ciudad fantasma y que la gente invade las calles en cuanto el sol baja un poco y el calor es soportable.


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