martes, 22 de agosto de 2006

Garganta del Salto del Tigre

¡Al fin! Después de mucho tiempo, por fin volvemos a estar con las botas puestas al pie de una montaña, y ¡menuda montaña!
Por el autobús, de camino, ya hemos visto unos montes muy bonitos, pero esto es espectacular. Delante nuestro se levantan dos montañas de más de 5.000 metros: Haba Shan y Yulong Xueshan, y a nuestra altura, unos 3.000 metros más abajo, el río Yangtze, que está joven y poderoso, ruge con todas sus fuerzas abriéndose paso entre las dos moles, provocándoles una estrecha pero profunda herida, de cuya sangre el río se alimenta para ahondar en ella, y parece que este círculo vicioso sólo acabará cuando llegue hasta el centro de la tierra o se le caigan las montañas encima. Bienvenidos a la “Garganta del Salto del Tigre".

Se llama así porque una leyenda china cuenta que un tigre saltó de lado a lado del río apoyándose en una roca que sobresalía. Como buena leyenda que se precie, sucedió hace mucho tiempo, tanto que ya no está muy claro en qué piedra se apoyó, pero los turistas chinos vienen en masa a ver este espectáculo de la naturaleza y, como parece que no les gusta andar, o no tienen mucho tiempo, han abierto una carretera al lado del río que se llena de autobuses todos los días. Por suerte para los que decidimos andar, hay un camino que culebrea ladera arriba donde no se ve el tráfico y tampoco se escucha, ya que el rugido del Yangtze reverbera por la garganta y te acompaña todo el camino.

En cuanto la montaña lo permite y relaja la pendiente, lo cual no ocurre muchas veces, pequeños pueblos dispersos aparecen con pocas pero elegantes casas de piedra y madera, circundadas por plantaciones de maíz o girasoles. Nos cruzamos varias veces con mulas, único medio de transporte local, que parecían bastante asustadas al vernos, pero pasaban rápidas azuzadas por sus dueños, con los lomos cargados de leña, piedras o comida principalmente. Y es que, aunque la carretera no llega hasta aquí (todavía) y sólo sirve para mover gente entre los rápidos del río, estos pueblos se han beneficiado de los turistas atléticos ya que en todos ellos puedes encontrar algún albergue donde comer o dormir.

Nosotros escogimos uno a medio camino, originalmente llamado "Half-Way". Delante nuestro se erguía majestuoso el Yulong Xueshan, y nos enseñaba una cara cuarteada y casi vertical, que las nubes ocasionalmente nos dejaban admirar en su totalidad. Era impresionante estar delante de casi 4.000 metros de tajo, desde la cima hasta el estrecho cauce del Yangtze, que desde aquí no podíamos ver, pero sí oíamos su incansable taladreo incluso con las ventanas cerradas, día y noche.
Al día siguiente nos levantamos temprano para volver a la altura del río, pero esta vez casi al final de su recorrido por la garganta, cerca de una de las piedras donde se supone que el tigre probó suerte. Sentado sobre una inmensa roca que recibe la vibración de su rugido, uno se pregunta cuántos fueron los tigres que lo intentaron hasta que uno lo consiguió, porque la verdad es que el Yangtze no está para bromas. A ambos lados se ve una serpiente marrón que no pide permiso para nada y va hacia abajo sin remisión, al menos hasta que el gobierno chino decida atraparla con una presa y parar su flujo milenario y su búsqueda del centro del planeta.

No hay comentarios: