domingo, 21 de mayo de 2006

Kuala Lipis: el pueblo dormido

¿Sabéis cuál es la película preferida de los Orang Asli? "Los dioses deben estar locos". Eso es lo que nos dijo un hombre que se relaciona con ellos. Los Orang Asli, "hombres originales" en malayo, son los aborígenes de estas tierras, y en Taman Negara todavía viven de la caza y de la recolección en lugares recónditos de la selva. Para los que os lo hayáis preguntado, sí: Orang-utan también es una palabra malaya y significa "hombre del bosque".
Después de despotricar un rato contra Estados Unidos y la "anglobalización", como la llamaba él, nos contó también que hoy en día los Asli tienen móvil pero no tienen electricidad, así que andan hasta dos días para ir al pueblo más cercano a que les carguen la batería. Además, la cobertura no es muy buena en el interior de la selva y cuando quieren hablar tienen que subir a un monte, pero, tales son las ganas de comunicarse, que les da igual. Las mismas ganas de comunicarse que tenía un periodista retirado que nos encontramos en la estación de Jerantut y que no desperdició la ocasión de reutilizar el inglés que aprendió en tiempos coloniales y le sirvió para ser corresponsal en Europa. Se quejaba de que los pueblos se están quedando vacíos, ya que los hijos se llevan a sus padres a las ciudades a las que ellos emigraron en busca de trabajo, y que ya no tiene con quién hablar. Al contarle nuestros planes de ir a Kuala Lipis nos dijo: "No está mal, pero a partir de las 2 de la tarde esta muerto". Quizá debimos haber confiado en la veracidad de sus palabras, por su bagaje profesional, pero no lo hicimos.
Kuala Lipis fue la capital de un protectorado inglés y, por lo tanto, uno de los pueblos más prósperos de la zona, con estación de tren, gran mezquita y colonia china (que en Asia son los que llevan los negocios), pero todo ello acabó con la II Guerra Mundial y el cambio de capitalidad del estado a Kuantan.
Nosotros llegamos a las 15:30, y efectivamente estaba muerto. La mayoría de las tiendas estaban cerradas y las que quedaban abiertas estaban vacías, al igual que las dos calles que tenía el pueblo, donde apenas pasaban coches. Los pueblos malayos se animan mucho por las tardes, en cuanto el calor remite un poco, pero éste no lo hizo. Podría ser peor -pensamos-, podría llover. Y así fue, llovió.


Nuestra desesperada búsqueda de vida nos llevó a seguir el ruido de unas fichas escaleras arriba en un edificio y allí vimos lo que hacía parte de la comunidad china: jugar al "mah-jong" y apostar. Pero ¿dónde estaban los malayos? Pues los que no estaban en casa estaban en la mezquita atendiendo la llamada del muecín.
Kuala Lipis resultó ser un pueblo en decadencia, donde el único acontecimiento del día parece ser la llegada del tren, cuando algún turista despistado decide ver con sus propios ojos lo lento que puede llegar a pasar el tiempo.



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