martes, 16 de mayo de 2006

La partida

Al devolver a su dueña la llave del piso alquilado, me he dado cuenta de que me marcho de Singapur. Las últimas dos semanas han sido una locura: terminar informes en el trabajo, preparar la mudanza, compras de última hora, despedirse de los amigos, hacer los preparativos para la vuelta..., he estado tan liada que no he tenido ni un segundo para pensar en que volvemos a casa.

La sensación que he tenido cuando nos hemos cargado las mochilas al hombro y la dueña del piso ha cerrado la puerta a nuestra espalda, ha sido una mezcla de miedo, cansancio, tristeza y alegría: miedo por la incertidumbre de lo que vamos a vivir durante los próximos meses, cansancio al relajarme y ver que ya está todo terminado, tristeza por dejar la ciudad que tan bien nos ha acogido durante los últimos años, y alegría por volver después de tanto tiempo a nuestra casa y con nuestra familia que nos espera.

¡Qué poco me imaginaba yo que la decisión que tomé hace seis años de comprar un billete de avión a Berlín para seis meses me iba a llevar a estar tanto tiempo lejos de mi gente y a conocer un montón de países y culturas tan diferentes. En Berlín terminé mi proyecto de fin de carrera y allí fue donde tuve mi primera oportunidad laboral, pero, cuando a los tres años me ofrecieron un puesto de trabajo en Singapur, lo acepté.




Mientras, Jaizki en Berlín dudaba entre dejar su doctorado en bioquímica o dedicarse a la fotografía. Cuando finalmente optó por lo segundo, se mudó a Singapur conmigo, dispuesto a aprender todo lo posible, para lo que realizó varios talleres fotográficos y trabajó asistiendo a fotógrafos, así como haciendo algún trabajo freelance y proyectos personales.

Después de dos años y medio hemos tomado la decisión de regresar, pero de una manera diferente, haciendo un viaje especial. La idea del viaje se nos ocurrió cuando…, bueno esto mejor os lo cuenta Jaizki, porque la idea fue suya.

Desde pequeño los aeropuertos me han parecido unos sitios muy extraños, tan modernos y relucientes, inmaculados, escaparates de las ciudades a las que dan servicio, con toda esa gente tan dispar que come y pasea junta durante un tiempo y en pocas horas se va a encontrar a distancias que hace no mucho parecían insalvables. El hecho de estar tomando un café con alguien en París y doce horas después poder estar en dos extremos del mundo opuestos es algo que siempre me ha cautivado.

Pero supongo que con la edad me empezó a atraer más el pensar en toda la tierra que se queda por medio en esos largos vuelos; y fue, mientras intentaba dormir en un vuelo de vuelta de Singapur, cuando, mirando por la ventanilla del avión, vi el desierto que separa Pakistán de Afganistán mientras atardecía. Fue una visión maravillosa de un sitio al que siempre he querido viajar. Era la vez que más cerca de allí había estado y a pesar de todo me sentía tan lejos, como si lo viese a través de un monitor, sólo mis ojos podían alcanzarlo. Pero allí estaba, 10.000 pies más abajo, casi al alcance de mis manos, y yo estaba metido en un puente metálico que une dos orillas de un río en el que no se pueden ver los peces.
Fue allí donde se me ocurrió que sería interesante hacer parte de la vuelta por tierra, disfrutando de todo lo que nos separa: gente, cultura, paisaje, comida, idioma… A Susana también le gustó la idea, así que pensamos ir a China una temporada y allí coger el Transiberiano hasta Moscú para volar luego a Vitoria; pero, buscando información sobre dicho tren, descubrimos que, exceptuando un par de tramos en Camboya, Vitoria y Singapur están unidos por vías férreas.


En esta era en la que el tiempo es lo más valioso, todos optamos por el avión para desplazarnos largas distancias, y el tren ha pasado a un segundo plano, convirtiéndose en un medio de transporte más romántico, nostálgico casi, seguro y constante, apto para viajar a otro ritmo, donde lo importante no es llegar rápido sino disfrutar del trayecto. Por otro lado, nos daría la posibilidad de convivir con la gente local, por lo que la opción de volver a casa en tren nos fascinó.
¿Quién no se ha quedado embobado admirando el ritmo de los postes eléctricos al pasar, acompañando al ruido de las ruedas golpeando los raíles en una repetitiva sinfonía? Además es espacioso y cómodo, ya que puedes pasear para estirar las piernas o tomarte algo en el vagón-restaurante, y el hecho de estar sentado cara a cara frente a otros pasajeros invita a la conversación. ¿Y qué decir de las estaciones de tren: los aeropuertos del pasado? Algunas son cumbres arquitectónicas de su momento, donde la gente va y viene sin parar, y otras no pasan de ser pequeñas casitas a la vera de unas vías, con algún banco y un reloj, donde parece que el tiempo se ha detenido.

-“Se te olvida decirles lo del blog.”

-“Creo que yo ya me he enrollado mucho, mejor dilo tú, Susana”

Siempre que volvíamos de algún viaje o algunas cortas vacaciones, lo hacíamos con la cámara a rebosar y nuevas experiencias vividas, que teníamos unas ganas terribles de compartir, por lo que hace un año empezamos a escribir un
blog para nuestras familias y amigos, contándoles todas las cosas nuevas que descubríamos en Asia. La envergadura de este viaje nos pareció que podría resultar interesante a un mayor número de personas, y así surgió Pasajeros al tren. Este blog pretende ser un diario de nuestra vuelta a casa, en el que os intentaremos transmitir nuestras impresiones de los lugares que visitamos, mediante las fotografías, haciéndoos partícipes de nuestra aventura. También nos gustaría que fuese un foro, donde nos diésemos consejos mutuamente y todos expusiésemos nuestras ideas y preguntas sobre viajar, la gente y sus culturas.



Así que estáis todos invitados, PASAJEROS AL TREN!



After more than two years living in Singapore, we have decided to leave and go back home, where our families and many of our friends are waiting for us.

It has been a great experience being in Asia, not only professionally but personally also. We feel very fortunate for the opportunity we had to meet so many nice people from the other side of the world who really know how to make a friend feel at home.

Thanks you very much once again for making our time in Asia so unforgettable. Let us appreciate further your friendship and helpby sharing with all of you our experiences and photographs during our six months train journey.

Welcome to our blog, COME ON BOARD!

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