lunes, 4 de diciembre de 2006

Viena: la ciudad de Sissi

Sissi emperatriz, carruajes de ensueño tirados por hermosos caballos, palacios donde enormes lámparas iluminan los bailes y las reuniones de la alta sociedad, operas, teatros, grandes jardines, Freud, cafeterías con mucha historia, Isabel y Xavi. Todo esto me venía a la cabeza antes de llegar a Viena, y todo esto me sigue viniendo cuando nos vamos después de haber pasado un estupendo fin de semana en una ciudad llena, llenísima de glamour y de historia.
De pequeña me gustaba ver la saga completa de Sissi emperatriz y embobarme con los vestidos, los peinados que la protagonista Romy Schneider llevaba, y las habitaciones y jardines por los que se movía. Supongo que todas la niñas, en algún momento, hemos querido ser como Sissi. Y en Viena con un poco de imaginación es posible sentirlo. Sólo hay que visitar los jardines de Schönbrun y pasear por ellos mientras se admira lo bien cuidados que están a pesar de ser invierno, y lo limpia que está el agua del pequeño lago donde una gran familia de patos y gaviotas parecen haber fijado su residencia invernal. O imaginar la música sonando en el salón central del Belvedere, cuyos techos están repletos de vistosas pinturas, cuya belleza solo es comparable a alguno de los más famosos cuadros de Klimt que se encuentran expuestos en el museo del edificio. Y si una quiere sentirse todavía más especial, sólo hay que montar en una de las numerosísimas calesas tiradas por cuidados y bonitos caballos que te pueden llevar a recorrer los rincones más famosos y vistosos de la capital austríaca.

Claro que al final una se cansa de ser princesa todo el día y de tener que soportar el apretado corsé o el pesado y cargado peinado, es entonces cuando Viena ofrece otra de sus famosas caras, la de los cafés repletos de gente, tomando un caliente café vienés y saboreando la famosísima Sacher tart, hecha con chocolate y mermelada de melocotón. Una empieza a relajarse, a descansar los pies de tanto paseo romántico y a disfrutar de la compañía de los amigos que tan bien han hecho de guías. Es el momento también de saborear una buena cerveza y de conversar hasta que te das cuenta de que ha llegado la hora de ir a cenar o de volver a casa.

Viena nos pareció una ciudad bellísima, muy bien cuidada, con una inmensa variedad cultural de museos, conciertos, óperas y exposiciones. Nos quedamos sin ver los cuadros de Picasso, Van Gogh, o las fotografías de Andy Warhol, que en ese momento se exponían en la ciudad. Una lista interminable e imposible de completar en los tres días que estuvimos, a lo que habría que añadir los numerosos mercadillos de navidad repletos de gente o los impresionantes adornos multicolores que nos dejaron en muchos casos con la boca abierta. No nos dio tiempo suficiente de disfrutar de las miles de oportunidades que nos ofrecía Viena, pero sí que aprovechamos al máximo el tiempo con nuestros amigos Isabel y Xavi, que se volcaron en nosotros para hacer que la visita fuese de esas que no se olvidan en mucho, mucho tiempo. Lo conseguisteis, fue uno de los fines de semana más interesantes y divertidos que hemos tenido en este viaje. Tendremos que volver para seguir disfrutando de vuestra compañía y, si queda tiempo, visitar algún museo y sentirnos Sissi una vez más.

No hay comentarios: