viernes, 8 de diciembre de 2006

Praga: un largo puente

¿Adónde creéis que se va la gente cuando se le presenta un largo puente de vacaciones en pleno diciembre? Nosotros nos dimos cuenta en cuanto llegamos: Praga parece estar muy de moda entre los turistas españoles e italianos y un gran número de ellos aprovecharon el puente de la Inmaculada y la Constitución para acercarse a esta preciosa ciudad.
Nos resultó muy chocante entender casi todo lo que la gente hablaba a nuestro alrededor, oír desde la calle música que salía de los comercios en nuestro propio idioma y ver a la gente comportarse y vestir ropas que nos resultaban muy familiares. Sólo estuvimos un día y una noche, pero estamos seguros de que, de entre los ríos de gente que se formaban en las calles centrales más estrechas, podría surgir en cualquier momento una cara conocida.

Jaizki y yo ya habíamos visitado Praga anteriormente y nos pareció que estaba igual que cuando la vimos hace ya cuatro años, aunque no era tan barata como antes y los negocios de cambio de dinero se habían multiplicado considerablemente. Metimos la pata y como novatos fuimos timados en uno de estos establecimientos sin que nos quedara posibilidad alguna de quejarnos, denunciarles o conseguir que nos devolvieran el dinero que nos estafaron. No nos dolió tanto por los euros que nos quitaron a causa del pésimo cambio que nos ofrecieron, sino más bien por la cara de idiotas que se nos quedó al dejar que esto pasara después de llevar encima tantos meses y tantos países recorridos. En fin, aprendimos otra lección; las caras largas nos duraron un par de horas, pero nos olvidamos de ello y de paso aconsejamos a unos cuantos turistas que se acercaban por el establecimiento para que no hicieran caso del cartel que había en el exterior y para que se fueran a cambiar sus euros a otro sitio donde tuviesen menos jeta.

Y la verdad es que estos lugares tenían que estar haciendo su agosto. Praga estaba a rebosar de turistas y de puestos de Navidad donde poder comprar los regalos para toda la familia. En parte daban un aire festivo, pero también nos limitaba mucho la visión de las plazas donde se encontraban, y no pudimos hacernos una idea clara de lo grande que era, por ejemplo, la Plaza Vieja donde se encuentra el reloj astronómico, ya que se encontraba llena de pequeños puestos donde se vendía desde comida a gorros de lana, pasando por abrebotellas multicolores o fotografías en blanco y negro del puente más famoso de la ciudad.

Praga tiene un encanto especial y no importa qué mes del año sea o que estación, siempre parece estar llena de visitantes que disfrutan del castillo en el que hay un buen número de edificios para ver, o del puente de Carlos, el más antiguo de la ciudad y que se encuentra repleto de esculturas que hay que pararse a admirar. Pero sin duda lo mejor de Praga y lo que más apetece disfrutar es la famosa cerveza checa, una buena jarra de cerveza, que al principio parece que va a ser imposible de terminar, pero que enseguida apetece repetir.

La sensación que se nos queda de Praga es agridulce. Sigue siendo la ciudad tan bonita que siempre ha sido, pero la inundación de turistas que recibe la está convirtiendo en un extraño parque temático, con cerdos asándose sobre el fuego, malabaristas, carros de caballos, herreros de fuelle y yunque; una mezcla de la imagen mental que tenemos de lo que Praga fue alguna vez sumada a la ingente oferta de teatro negro y ópera de marionetas que representa Don Giovanni de Mozart día sí y al otro también. Seguramente un checo paseando por el centro de su capital se sienta tan en el extranjero como nos sentimos los demás al visitarla, pero no podemos confirmarlo, porque apenas nos cruzamos con ninguno.

Praga siempre ha estado en la cabeza de la listas de los viajes más solicitados y queridos, en parte por su cercanía, por su belleza y encanto, y también por sus precios tan baratos. Nunca dejará de estar cerca de casa, a apenas un par de horas de avión y tampoco dejará de ser bella y de impresionar con su casco antiguo y su arquitectura de estilo gótico. Lo que ya no tenemos tan claro es que siga siendo barata. Su entrada en la Comunidad Europea traerá muchas ventajas y alguna que otra desventaja a sus habitantes checos, pero lo que es seguro es que a nosotros, los turistas, sí que nos va a dejar con el bolsillo más vacío. Pero es tan bonita y apetecible, que será difícil resistirse a su encanto, es como poner un caramelo a la puerta de un colegio.

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